No me des tregua, no me perdones
nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú
que vuelves.
¡No me dejes
dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino, naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas
caricia ni guante;
tállame como a un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo.
Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforo y
escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme
las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
Yo te pido la cruel ceremonia del
tajo,
lo que nadie te
pide: las espinas
hasta el hueso.
Arráncame esta cara infame,
oblígame a
gritar al fin mi verdadero nombre.
Julio Cortazar. No me des tregua